Continuamos, queridos hermanos, publicando los distintos artículos de nuestro Boletín Informativo. En esta ocasión, lo haremos con el artículo editorial titulado: «Hermandad: el amor fraterno o el dar sin condiciones«.
Recién cumplido el año 2022, y haciendo un balance del mismo, es inevitable compararlo con lo acaecido en los años que le precedieron durante la pandemia. Teniendo en cuenta de dónde venimos, podemos decir que el año pasado fue un buen año.
En el recuerdo de todos, aún tenemos fresco ese sinfín de amargas noticias que pusieron a prueba nuestra vida de Hermandad: las cancelaciones y restricciones de nuestros cultos, la perdida de hermanos queridos, la suspensión de ensayos, etc. Gracias a la fe a nuestros Sagrados Titulares, Nuestro Padre Jesús de La Salud y María Santísima de Las Angustias, durante el año 2022 hemos ido retomando el pulso de Hermandad, viviendo con devoción y alegría nuestros cultos, la Estación de Penitencia y el contacto con nuestros hermanos. Qué buen ojo clínico el de nuestro hermano, D. Javier Pérez, entendiendo esta situación al titular su dibujo para el boletín “Horribilis annos”.
Y es que todos nosotros, en mayor o menor medida, nos dimos cuenta durante los años de pandemia lo mucho que extrañábamos la Hermandad. Prueba de ello, fueron las numerosas manifestaciones de cariño y añoranza que, durante los días de confinamiento, se podían leer y escuchar en distintos medios por parte de los hermanos y devotos. Estas difíciles situaciones han servido para dejarnos unas impagables lecciones que no deberían caer en saco roto de cara al futuro.
La primera de esas lecciones sería valorar, con toda la humildad del mundo, el esfuerzo de muchos hermanos a lo largo de más de 26 años de historia para llegar hasta lo que es hoy la Hermandad.
La segunda de ellas sería no olvidar nunca que construir es mucho más difícil que destruir. Y destruir, no solamente lo puede hacer un virus como el que hemos pasado recientemente con el COVID, sino también nosotros mismos con nuestras acciones y actitudes. En el caso del virus, podemos combatirlo con vacunas y medicamentos, mientras que, para nuestras actitudes, la mejor terapia se llama humildad y compasión.
Es normal, como en cualquier colectivo de personas incluido las mejores familias, que haya en una Hermandad desacuerdos entre las mismas. Esto obedece, en la mayoría de estas situaciones, a que dejamos de hacer consciente en nuestra mente lo que significa una Hermandad y el por qué uno voluntariamente ha decido entrar en ella. O dicho de manera contraria, dejamos que nuestra mente se comporte de manera inconsciente por nuestros egos personales.
Cuando uno busca la definición de Hermandad en el Código de Derecho Canónico, se encuentra lo siguiente: “Asociación pública de la Iglesia Católica, erigidas por la autoridad eclesiástica competente, en las que los fieles, clérigos o laicos, trabajando unidos, buscan fomentar una vida más perfecta, promover el culto público, realizar obras de apostolado, el ejercicio de obras de piedad o caridad, y la animación con espíritu cristiano del orden temporal” (Cfr. CIC, canon 298).
Leído esto, parece evidente que, cuando uno se “apunta” a una hermandad católica, debe hacerlo siendo consciente de que entra en un colectivo donde priman palabras plurales en su concepto como unión, dar sin exigir, amor fraterno o compromiso. En donde hay que ser valientes para juzgarse primero a uno mismo, desde la humildad de nuestros defectos, antes de juzgar al hermano prójimo.
Esto, que puede resultar una obviedad, es la única manera de que el propósito de una Hermandad, tal y como hemos visto en su definición, llegue a buen puerto. Y así, tener presente que cualquier desavenencia se puede solventar mediante los mecanismos propios, como son las fiscalías, donde median a través de la comunicación, para un buen entendimiento. No así, carece de ningún sentido recurrir a otros medios más de moda para manifestar una queja, como son las redes sociales. En donde, a la postre, siempre se hace un daño a la corporación y por ende a sus integrantes que no tienen culpa. No olvidemos del esfuerzo de llegar hasta aquí y que destruir es más fácil que construir.
Un claro ejemplo para todos de lo manifestado es nuestro hermano D. Ángel Martínez. Veinticinco años de amor desinteresado y compromiso humilde por su Hermandad, reflejado en su labor diaria, que bien ha merecido el reconocimiento con la última Mención Manos Morenas. En este número del boletín se recoge una entrevista a Ángel con el fin de conocerle un poco más.
Para acabar esta editorial, comentar que el pasado mes de junio tuvo lugar la convocatoria de elecciones para la Junta de Gobierno, no habiendo candidatura alguna que tomara relevo a la actual que, de momento, está en situación provisional. Esta situación no es la ideal de cara al futuro. Por eso animamos a cada uno de vosotros, que formamos esta gran familia de Los Gitanos, a aportar ese amor fraterno que nos une y una mentalidad positiva de compromiso, para sacar adelante esta complicada situación.
Fecha de la noticia: sábado 21/01/2023
Santos del día: Santa Inés.